Y en ese momento también, una escena bien diferente tenía lugar a pocos pasos: era Amalia, que, desde la primera vibración del reloj, había estremecídose con más violencia aún que en las veces anteriores, y refugiado su cabeza en el seno de su esposo, abrazándose de él instintivamente, como si el eco del metal fuese la voz fatídica del dolor, que la viniese a anunciar una desgracia en esa mitad de su vida, en esa su vida entera, que se llamaba Eduardo.
Era un grito agudo, horrible y estridente, al mismo tiempo que se vio a la niña venir despavorida por las piezas interiores, y al mismo tiempo también que se oyó un tiro en el patio, y una especie de tormenta de gritos y de pasos precipitados.
El Eco De Los Pasos Epub 19
Y estas últimas palabras perdiéronse a la detonación de las pistolas de Eduardo, que hizo fuego a cuatro pasos de distancia sobre ocho o diez forajidos que ya pisaban en la alcoba; mientras Daniel tiraba sillas delante de la puerta, y a tiempo que otro tiro disparaba en el patio, y un rugido semejante al de un león dominaba los gritos y las detonaciones.
A los tiros de Eduardo, los que invadieron la alcoba habían unos retrocedido algunos pasos, otros parádose súbitamente, sin avanzar hacia la mesa y las sillas caídas delante de la puerta. Pero dos hombres se precipitaron en aquel instante en el aposento.
Y cuando aquellos dos hombres se precipitaban como dos demonios, el uno con una pistola en la mano, y el otro con un sable, Eduardo alzó a Amalia por la cintura, la llevó, la dejó sobre un sofá de la sala, y cogió la espada que le acababa de tirar Pedro. Y a éste, que venía de echar a la puerta de la sala el débil pasador que la cerraba, y quería hacer un esfuerzo para seguir a Eduardo al gabinete, le faltaron las fuerzas a los dos pasos, las piernas se le doblaron, y cayó temblando de furor, delante del sofá en que quedó la joven. Allí se abrazó de sus pies, bañando con su sangre generosa a aquella criatura, a quien todavía quería salvar, oprimiéndola para que no se moviese.
Ramón J. Sender nació en Chalamera (Huesca) en 1901. Entre 1923 y 1924 pasó catorce meses de servicio militar en el Marruecos español durante la guerra. A su regreso se instaló en Madrid y trabajó como periodista para "El Sol" hasta 1929, fecha en la que empezó a escribir para la prensa revolucionaria de la época, después de pasar por la cárcel debido a su labor contra la dictadura de Primo de Rivera. Llevó una vida militante, primero cercana al anarquismo y luego al comunismo, del que se distanció en el exilio. participó en la Guerra Civil encuadrado en el ejército republicano, y en 1938 se exilió a Francia y posteriormente a México y Estados Unidos. Su obra, de carácter realista, analiza con crudeza la realidad social. Es autor de numerosas novelas. Falleció en 1982 en San Diego (California).
Este artículo entrega una breve descripción de los cambios de la CIE-10 a la CIE-11 con respecto a la clasificación de los trastornos mentales, conductuales o trastornos del neurodesarrollo. Estos cambios incluyen una nueva estructura del capítulo, nuevas categorías diagnósticas, cambios en los criterios diagnósticos y pasos hacia un enfoque dimensional. Además, se revisan los estudios de campo de evaluación para la CIE-11, que proporcionan evidencia preliminar de una mayor confiabilidad y utilidad clínica de la CIE-11 en comparación con la CIE-10. A pesar del extenso proceso de revisión, los cambios de la CIE-10 a la CIE-11 fueron relativamente pocos en el sentido de que ambos sistemas son categoriales y clasifican los fenómenos mentales en base a síntomas auto-reportados o que sean clínicamente observables. Se discuten otros enfoques recientes de la nosología y de la clasificación psiquiátrica (por ejemplo, basados en la neurobiología o de acuerdo a jerarquías). Para satisfacer las necesidades de diferentes grupos de usuarios, se propone expandir el enfoque gradual del diagnóstico introducido para algunas categorías diagnósticas de la CIE-11, que incluye elementos categoriales y dimensionales.
Las llamó El eco de los pasos. Juan García Oliver, anarcosindicalista, fundador junto a Ascaso y Durruti de Los Solidarios y ministro de Justicia durante el Gobierno de Largo Caballero, sabía que su andadura, y sus memorias, retumbarían en el tiempo, como un grito que se propaga a cielo abierto. La mítica editorial Ruedo ibérico, con el también anarquista José Martínez a la cabeza, las publicó en 1978.
Es verdad que García Oliver fue el arquitecto de los comités de defensa en los años 30 y que fueron ellos los que salieron a la calle para luchar contra los golpistas de julio, pero también hay que reconocer que había muchas personas que no pertenecían a los comités, aunque, en Barcelona, la CNT era la organización con mayor presencia. En este sentido, hay muchas exageraciones sobre la gimnasia revolucionaria de García Oliver que, en mi opinión, no fue tan importante como otros sucesos como, por ejemplo, la revolución asturiana de 1934. No quiero quitar mérito a García Oliver porque era un hombre valiente y lo demostró en las calles, pero su victoria también se vio auspiciada por el colapso del Estado republicano en el mismo momento del golpe militar.
Él es uno de los anarquistas que engrosa las filas del Gobierno republicano de Largo Caballero junto a Federica Montseny, Juan López Sánchez y Joan Peiró. Se arrepintió en algún momento de ello?
Por otra parte, yo no tengo muy claro que desde el Ministerio implementase la justicia hacia el pueblo. Se puede argumentar que el pueblo empezó a hacer su justicia desde el inicio de la Guerra Civil, cuando se producen, por ejemplo, las ocupaciones de las fincas de los terratenientes o de las fábricas. Ahí es cuando el pueblo empezó a buscar su justicia en la base de la sociedad y, más adelante, el Estado republicano lo reconoció.
Pese a haber sido una de las figuras más destacadas del Gobierno republicano durante el conflicto bélico, pasó muy desapercibido años después. Nadie tiene interés en leer lo que tiene que decir uno de los cuatro anarquistas que, por primera y última vez en la historia, ha participado en un gobierno burgués y liberal en España?
Las llamó El eco de los pasos. Juan García Oliver, anarcosindicalista, fundador junto a Ascaso y Durruti de Los Solidarios y ministro de Justicia durante el Gobierno de Largo Caballero, sabía que su andadura, y sus memorias, retumbarían en el tiempo, como un grito que se propaga a cielo abierto. La...Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquíAutor >
Luego, poco a poco fue cesando el ruido y la animación; los vidrios de colores de las altas ojivas del palacio dejaron de brillar; atravesó por entre los apiñados grupos la última cabalgata; la gente del pueblo, a su vez, comenzó a dispersarse en todas direcciones, perdiéndose entre las sombras del enmarañado laberinto de calles oscuras, estrechas y torcidas, y ya no turbaba el profundo silencio de la noche más que el grito lejano de vela de algún guerrero, el rumor de los pasos de algún curioso que se retiraba el último, o el ruido que producían las aldabas de algunas puertas al cerrarse, cuando en lo alto de la escalinata que conducía a la plataforma del palacio apareció un caballero, el cual, después de tender la vista por todos lados como buscando a alguien que debía esperarle, descendió lentamente hasta la cuesta del alcázar, por la que se dirigió hacia el Zocodover.
Al llegar a la plaza de este nombre se detuvo un momento y volvió a pasear la mirada a su alrededor. La noche estaba oscura; no brillaba una sola estrella en el cielo, ni en toda la plaza se veía una sola luz; no obstante, allá a lo leios, y en la misma dirección en que comenzó a percibirse un ligero ruido como de pasos que iban aproximándose, creyó distinguir el busto de un hombre: era, sin duda, el mismo a quien parecía aguardaba con tanta impaciencia. 2ff7e9595c
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